Tres años más tarde, luego de haber probado por primera vez postres de Señor Paleta y apenas cuatro sabores, encontré que ya era hora que zumbarme a una experiencia religiosa con la fruta que me ha marcado desde que estaba en el estómago de mi madre, doña Denise. Brevemente les comento que mi amor por los limones nace desde que mi mamá bebía jugo de uva con limón estando embarazada. Posteriormente, cuando era pequeña, los dibujaba en cuentos que hacía con papel de construcción. Años más tarde, de manganzona, tanto limón me volvió una mujer sarcástica, agria y analítica.
Para el 2017, uno de mis artistas favoritos, René Pérez o mejor conocido como Residente (superen decirle Calle 13 todavía, gracias), lanzó una canción que tituló Hijos del Cañaveral, donde en una parte dice “los hijos del trabajo sin merienda, la limonada para el capataz de la hacienda”, haciendo referencia al estatus de nuestro país, la corrupción y cómo todo lo bueno es para quienes están en el poder y la dirección de la Isla. Por esas razones, me tatué un limón para ese mismo año. Ya que saben el trasfondo de mi historia, y que soy casi catadora de limones, fui recibida por el Community Manager de Señor Paleta, Lenon Bonilla, un mayagüezano bien chévere y orgulloso de su pueblo (porque lo mencionó en varias ocasiones).

La paleta de limonada de Señor Paleta es muy buena, no sabe a limón, sino que es limón. Para mi gusto tiene un poco más de azúcar, pero para quienes no les guste demasiado lo agrio, está en su punto. Es decir, los entiendo. No todos en su sano juicio se comen los limones puros. Lo que me gustó fue precisamente eso, porque en ocasiones, al pedir productos helados de limón, estos saben a hielo o agua dulce, por lo que la paleta de limonada pasó la prueba. Y sí, he ido a otras paleterías donde saben a hielo.
En cuanto a la de fresa mojito, una de las paletas de las que había escuchado mucho, sobrepasó mis expectativas en la calidad. Dicen por ahí que es la favorita de Deborah Martorell. Este postre helado está hecho con fresas, limón y hojas de menta. Obviamente no tiene alcohol, pero realmente sientes los sabores. El momento de apreciar la menta es cuando vas por la mitad. La menta está allí, es visible y hasta se te puede quedar en el diente. Ojo con la paleta de fresa mojito en las citas, revísense los dientes.
Finalmente, probé limonada fresa. Según Bonilla, el culpable fue un tal Gerardo, alias Chata, que dejó caer fresa en la receta original de limonada. Este descuido provocó que se convirtiera en una de las paletas más vendidas. Si yo fuera Ramón Ortiz o Jennifer Serrano, los fundadores de la compañía, le daría un premio titulado El oups del mes. En cuanto al sabor, puedo decirles que la fusión del limón y la fresa siempre es ganadora. Claramente suaviza lo agrio del limón, pero tampoco es muy dulce, es una mezcla exótica e ideal para la gente que quiere lo mejor de los dos mundos. Por mi parte, mientras más agria la paleta que tenga limón… mejor.
No tengo una cantidad exacta de cuántas veces he visitado la heladería Señor Paleta, pero puedo decir que cada una me ha traído una experiencia distinta. Sin embargo, sí recuerdo mi primera vez. Fue en la tienda en Viejo San Juan en diciembre de 2015, el primer establecimiento de la marca, luego de comenzar con un triciclo en Ventana al Mar en San Juan. El postre favorito de mi abuela Yvette, y el que me ha pasado a mí como una herencia, es el cheesecake, así que lo probé en lo que fue, para aquel entonces, una cita amorosa por Viejo San Juan y Bahía Urbana.
Mucho más que las paletas que pueden llegar a hacer o inventar, me atraen varias cosas de este negocio local. Principalmente la acogida tan grande que han tenido en pocos años por parte de los boricuas y turistas, cómo surgió el concepto, la cantidad de tiendas que han logrado abrir, su visión y aporte a la economía, sus ideales y su vínculo emocional con sus clientes.
Según la historia que me relató Bonilla, los dueños de Señor Paleta querían un concepto que dejara un legado. En ese transcurso, encontraron que las paletas heladas estaban viajando por Sudamérica y que Puerto Rico cuenta con tierra fértil para impulsar la agricultura y, sobre todo, un clima cálido. Luego de la tienda en San Juan se unieron más puntos de venta en Plaza del Caribe en Ponce, Paseo Caribe en San Juan, Lote 23 en Santurce y Plaza del Sol en Bayamón.
“La tienda en Ponce fue un reto porque teníamos que llevar el mismo concepto y la misma experiencia. Sin embargo, hemos logrado hacerlo y tenemos en cuenta que la prioridad no pueden ser las tiendas del área metro por la distancia”, explicó el estratega de redes sociales, quien también habló sobre la influencia de cada empleado en la experiencia del consumidor.
Lo interesante de su expansión ha sido la habilidad de atacar diferentes tipos de público, pues quieren apelar tanto al mayagüezano buscando mangó, como a Tommy Torres en Paseo Caribe con una paleta de pistacho con nuez natural.
No obstante, su colaboración con entidades como el Hospital Oncológico para la recaudación de fondos, la fomentación de la creación de líderes con las Girls Scout y la Fundación Cabecitas Raspadas, dicen mucho de qué hablar sobre su perspectiva y amor por los nuestros.
En resumidas cuentas, Señor Paleta es una iniciativa bien interesante de inyección a la economía local. La gente se siente parte de ellos y son bien acogidos. Creo que esa ha sido una de las razones por las que se mantienen como la heladería líder en Puerto Rico. A su vez, sumándole productos frescos y paletas hechas a diario, son una opción para el verano y cualquier día, porque por lo visto en los años que llevo viviendo en la Isla, nunca parará de hacer calor. Aunque me gustaron todas las paletas de limón, para sorpresa de todos, sigo amando la de parcha.
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